La realidad desde nuestra alma 31
V.7 Morbus Gothorum.
Así se conocía a la enfermedad crónica que llevó a los Visigodos a perder la que debió ser Gothia y que hoy conocemos por el nombre romano de Hispania o España.
A pesar de lo que se piensa normalmente, los pueblos que habitaban España a la llegada de los Visigodos en el 415 eran casi todos germanos. Salvo los vascones y celtas en Cantabria y algunos reductos íberos, la pen{insula estaba dominada por Suevos en el Norte, Vándalos y Alanos en el sur y restos de colonias bizantinas en el extremos sur.
La derrota frente a los francos en el 507 determinó la oleada final de godos en la península y la unificación del reino. Siglos después el tiempo de este reino fue considerado como un par de siglos de oro.
Sin embargo el germen de la catástrofe estaba en los genes de los godos. Pueblo acostumbrado a la libertad, al deambular por distintos territorios, le fue imposible establecer un gobierno fuerte y duradero. La influencia de una aristocracia demasiado poderosa y la incapacidad de los reyes de afirmar su posición, hicieron que las distintas facciones tuvieran como más importantes a sus rencillas que al peligro externo.
La monarquía goda era de tipo electiva, de modo que las facciones entraban en conflicto cada vez que un rey moría. Fue en estas circunstancias que Rodrigo, Dux de la Bética, fue elegido rey. Pero las facciones que se le enfrentaron, jamás aceptaron tal decisión.
Entonces los moros, en número muy inferior, llegaron a la península y con sorprendente facilidad vencieron a los ejércitos godos totalmente divididos.
Así acabó el sueño germano en España.
Pero esto lo seguimos viviendo en nuestros días. Quizás una de las mayores pruebas de que en nuestras venas corre sangre goda, es que nos resulta imposible enfrentar al enemigo común en forma coherente y coordinada.
La sucesión de pequeños jefecillos, de grupúsculos que se disputan a dentelladas los restos del cadáver godo, impiden generar un frente común que detenga la desaparición definitiva de nuestra estirpe.
Personalmente he conocido un sinnúmero de intentos por generar grupos, movimientos, sectas. He conocido muchos jefes, caudillos, gothis, etc., que han intentado liderar la resistencia al sistema. Desgraciadamente todos ellos, indefectiblemente han fracasado.
La razón de ello es que en general existe entre las personas que intentan llevar a cabo este esfuerzo, una ignorancia terrible, una incapacidad de dominio propio, una ausencia de desarrollo personal inaudito, que los hace incapaces de dirigir siquiera sus propias vidas. La mayor parte de estos jefecillos son fracasados personal y profesionalmente y se auto justifican a través de su militancia.
La revolución que está pendiente sólo vendrá cuando un grupo de hijos de godos, hidalgos, se dediquen a desarrollarse ellos mismos, a estudiar y ser vencedores en la vida. Sólo ellos podrán formar el núcleo de donde saldrá el líder que nos guíe hacia el combate en condiciones de dar batalla real y exitosa.
Hoy es más importante unirse sin buscar jefes ni protagonismos, unirse en un acto de honestidad y reconocimiento que el enemigo común es más importante que cualquier pequeño caudillismo.
Welsung
A pesar de lo que se piensa normalmente, los pueblos que habitaban España a la llegada de los Visigodos en el 415 eran casi todos germanos. Salvo los vascones y celtas en Cantabria y algunos reductos íberos, la pen{insula estaba dominada por Suevos en el Norte, Vándalos y Alanos en el sur y restos de colonias bizantinas en el extremos sur.
La derrota frente a los francos en el 507 determinó la oleada final de godos en la península y la unificación del reino. Siglos después el tiempo de este reino fue considerado como un par de siglos de oro.
Sin embargo el germen de la catástrofe estaba en los genes de los godos. Pueblo acostumbrado a la libertad, al deambular por distintos territorios, le fue imposible establecer un gobierno fuerte y duradero. La influencia de una aristocracia demasiado poderosa y la incapacidad de los reyes de afirmar su posición, hicieron que las distintas facciones tuvieran como más importantes a sus rencillas que al peligro externo.
La monarquía goda era de tipo electiva, de modo que las facciones entraban en conflicto cada vez que un rey moría. Fue en estas circunstancias que Rodrigo, Dux de la Bética, fue elegido rey. Pero las facciones que se le enfrentaron, jamás aceptaron tal decisión.
Entonces los moros, en número muy inferior, llegaron a la península y con sorprendente facilidad vencieron a los ejércitos godos totalmente divididos.
Así acabó el sueño germano en España.
Pero esto lo seguimos viviendo en nuestros días. Quizás una de las mayores pruebas de que en nuestras venas corre sangre goda, es que nos resulta imposible enfrentar al enemigo común en forma coherente y coordinada.
La sucesión de pequeños jefecillos, de grupúsculos que se disputan a dentelladas los restos del cadáver godo, impiden generar un frente común que detenga la desaparición definitiva de nuestra estirpe.
Personalmente he conocido un sinnúmero de intentos por generar grupos, movimientos, sectas. He conocido muchos jefes, caudillos, gothis, etc., que han intentado liderar la resistencia al sistema. Desgraciadamente todos ellos, indefectiblemente han fracasado.
La razón de ello es que en general existe entre las personas que intentan llevar a cabo este esfuerzo, una ignorancia terrible, una incapacidad de dominio propio, una ausencia de desarrollo personal inaudito, que los hace incapaces de dirigir siquiera sus propias vidas. La mayor parte de estos jefecillos son fracasados personal y profesionalmente y se auto justifican a través de su militancia.
La revolución que está pendiente sólo vendrá cuando un grupo de hijos de godos, hidalgos, se dediquen a desarrollarse ellos mismos, a estudiar y ser vencedores en la vida. Sólo ellos podrán formar el núcleo de donde saldrá el líder que nos guíe hacia el combate en condiciones de dar batalla real y exitosa.
Hoy es más importante unirse sin buscar jefes ni protagonismos, unirse en un acto de honestidad y reconocimiento que el enemigo común es más importante que cualquier pequeño caudillismo.
Welsung
1 Comments:
toda la razon... siempre es dificil ser caudillo, por eso casi no hay en este tiempo(o mejor dicho , no hay)
y hay que saber mas cosas delas que nuestra cosmovicion tiene, mas alla, saber de historia, organizacion, econimoa, finanzas, etc, etc, etc. hay que saber mucho y no nos queda mucho tiempo. eso es lo desesperante.
pero para hombres debiles y pueblos cobardes, no se hizo este mundo. nos hemos ganado este lugar, o solo estamos en estado de letargo esperando nuestro renacer?
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