Welsungsraum

"Hazte fuerte en los viejos sueños para que nuestro mundo no pierda la esperanza". Ezra Pound "Ich lehre euch den Übermenschen. Der Mensch ist Etwas, das überwunden werden soll. Was habt ihr getan, ihn zu überwinden?". Nietzsche

Nombre: Welsung

lunes, julio 21, 2008

Impacto y Futuro del Revisionismo del Holocausto. 1° Parte


Una Crónica Revisionista
Impacto y Futuro del Revisionismo del Holocausto


Robert Faurisson


El siguiente es el comentario, no hecho por un revisionista, sino por un antirevisionista[1]:

“Negador del Holocausto”, “revisionista”, “negacionista”: todos saben lo que significa semejante acusación. Significa efectivamente la exclusión de la humanidad civilizada. Cualquiera que sea sospechoso de esto está acabado. Su vida pública está destruida, su reputación académica arruinada.

Y este mismo agregó:

Un día la gente habrá de discutir el estado de los asuntos públicos en un país donde se tilde a un renombrado académico como un negador del Holocausto (por hacer buenas migas con el club de la “Mentira de Auschwitz” [die Keule der Auschwitz-Lüge]), lo que será suficiente para destruirlo moralmente, en un instante.


Contra la Ley

Los escritos como este ensayo no se pueden vender abiertamente en mi país. Deben ser publicados y distribuidos privadamente.

En Francia está prohibido cuestionar la Shoah, el así llamado “Holocausto”.

Una ley sobre la “libertad de prensa”, promulgada el 13 de julio de 1990, hace que cuestionar la Shoah sea un crimen, en sus tres hipóstasis: el supuesto genocidio de los judíos, las supuestas cámaras de gas nazis, y la supuesta cifra de seis millones de víctimas judías de la Segunda Guerra Mundial. Los que violen esta ley pueden ser condenados a un período de prisión que va de un mes a un año, a una multa de 2.000 a 300.000 francos, a una orden de pagar considerables daños y perjuicios, y otras sanciones. Más precisamente, esta ley hace que cuestionar (“impugnar”) la realidad de cualquiera de los “crímenes contra la humanidad”, tal como se definieron en 1945 y tal como determinaron castigos en 1946 por los jueces del Tribunal Militar Internacional en Nuremberg, una corte establecida en forma exclusiva por los vencedores para juzgar exclusivamente a los vencidos.

Los debates y polémicas sobre la Shoah, por supuesto, aún son permitidos, pero sólo dentro de los límites establecidos por el dogma oficial. Las polémicas y debates que pudieran conducir a desafiar el relato de la Shoah como un todo, o de parte de él, o simplemente levantar dudas, están prohibidos. Reitero: en esta discusión siquiera dudar está proscrito y penado.

En Francia, los ímpetus de una ley así (la cual es de inspiración israelí[2]), vinieron en 1986 de parte de varios historiadores de origen judío, incluyendo a Pierre Vidal-Naquet, Georges Wellers y François Bédarida, junto con el rabino jefe René-Samuel Sirat[3]. La ley fue promulgada en 1990 por iniciativa del ex primer ministro Laurent Fabius, entonces un miembro del gobierno socialista, presidente de la Asamblea Nacional y él mismo un militante judío de la causa judía. Durante el mismo período (Mayo de 1990), la profanación de tumbas en el cementerio judío de Carpentras, en Provenza, dio lugar al furor de los medios de comunicación, que anuló cualquier inclinación por parte de los legisladores opositores para levantar alguna resistencia al proyecto de ley. En París, unas 200.000 personas, con una multitud de banderas israelíes en alto, se manifestaron contra “el resurgimiento de la bestia hórrida”. La gran campana de Notre Dame tañía por un evento particularmente trágico o significativo en la historia de Francia. Una vez que la ley estuvo en los libros legales (promulgada en el Diario Oficial el 14 de Julio, el día nacional; en la misma edición, incidentalmente, que anunciaba la nominación de Vidal-Naquet a la Orden de la Legión de Honor), el ultraje de Carpentras fue mencionado, con cierta distancia, como un mero recordatorio. Sólo el Acta “Fabius-Gayssot” permanecía.

Bajo la presión de las organizaciones judías nacionales e internacionales, y siguiendo los ejemplos israelí y francés, de manera similar otros países adoptaron leyes prohibiendo cualquier cuestionamiento de la Shoah. Ese fue el caso de Alemania, Austria, Bélgica, Suiza, España y Lituania. En la práctica, estas leyes específicas no eran absolutamente necesarias para combatir y suprimir el revisionismo histórico. En Francia, como en otras partes, la práctica ha sido a menudo perseguir a los cuestionadores de la Shoah bajo otras leyes, de acuerdo a las necesidades de cada caso, sobre la base de leyes contra el racismo o el antisemitismo, la difamción de personas vivas, insultar la memoria de los muertos, el intento de justificar crímenes, o divulgar noticias falsas, y —una fuente de indemnizaciones monetarias para los demandantes— usando leyes de injurias contra las personas.

En Francia, la policía y el poder judicial aseguran rigurosamente la protección, acordada de esta manera, a una versión oficial de la historia de la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con esta versión rabínica, el mayor evento del conflicto fue la Shoah; en otras palabras, el exterminio físico de los judíos que se dijo que los alemanes que habían llevado a cabo desde 1941-1942 a 1944-1945 (sin ningún documento que asigne un período de tiempo preciso para el evento —y por una buena razón, pues es una ficción—, los historiadores oficiales proponen sólo datos que son tan divergentes como aproximados).

[1] "'Holocaust-Leugner,' 'Revisionist,' 'Negationist' -- jeder weiss, was ein solcher Vorwurf bedeutet. Er bedeutet soviel wie Ausschuss aus der zivilisierten Menschheit. Jemand, den eine solche Verdächtigung ereicht, ist erledigt. Seine bürgerliche Existenz ist dahin und sein Ansehen als Wissenschaftler ruiniert." "Man wird darüber zu reden haben, wie es um die ôffentlichkeit in einem Land bestellt sein muss, in dem es ausreicht, die Keule der Auschwitz-Lüge zu schwingen, um einem Wissenschaftler von Rang binnen einer Sekunde moralisch zu erledigen". Estas son las palabras de Karl Schlögel, escritas en defensa de Gabor Tamas Rittersporn, quien fue acusado por Maxime Leo de prestar apoyo a la libertad de expresión de Robert Faurisson en 1980. "Holocaust-Leugner im Berliner Center Marc Bloch," Berliner Zeitung, Feb. 12, 1998; "Eine Jagdpartie. Wie man einen Wissenschaftler ruiniert," Frankfurter Allgemeine Zeitung, Feb. 18, 1998, p. 42.

[2] "En Julio de 1981 (en realidad, el 16 de Julio de 1986) el Knesset promulgó una ley que prohibía la negación del Holocausto: ‘La publicación, escrita u oral, de trabajos que nieguen los actos cometidos durante el período del régimen nazi, que son crímenes contra el pueblo judío o crímenes contra la humanidad, o que minimizan sus dimensiones con la intención de defender a aquellos que cometieron esos crímenes o de expresar apoyo a, o identificación con ellos es susceptible de cinco años de prisión’. Una proposición para imponer diez años de presidio no fue aceptada. De esta manera el exterminio de los judíos no fue más un tema para los historiadores; fue casi como si hubiera sido arrancado de la historia misma y hubiera llegado a ser una doctrina nacional de la verdad, protegida por la ley, algo similar en estatus legal a la fe religiosa. Verdaderamente, en un modo el Holocausto tiene aún un estatus superior al de la religión: la máxima pena por “perjuicio craso” a la sensibilidad religiosa o a la tradición —inclyendo, presumiblemente, la negación de la existencia de Dios— es un año en prisión". Tom Segev, The Seventh Million: The Israelis and the Holocaust [“El Séptimo Millón. Los Israelíes y el Holocausto”] (New York: Hill and Wang, 1993), p. 464.
[3] Bulletin quotidien d'informations de l'Agence télégraphique juive [Boletín diario de informaciones de la Agencia telegráfica judía], 2 de Junio de 1986, pp. 1, 3.