La Herejía Actual
El mundo, tal como hoy se presenta a sí mismo frente a los ojos de cualquier persona, pareciera ser un sistema estable y en permanente perfeccionamiento. Al menos, eso es lo que se nos dice que debemos mirar. O creer.
Para una mente normal, en un ambiente normal, lo que está al frente es exactamente aquello que se susurra al oído. No hay crítica, no hay observación, no hay pensamiento.
Pero, a fuerza de ver que lo negro es negro, y no blanco como se nos susurra interminablemente en los oídos, nos encontramos en el bando herético. Somos herejes. Somos nacionalsocialistas.
Hemos debido chocar frontalmente contra el telón de este cine espectacular que es el mundo tal como hoy se nos presenta, tal como hoy es manipulado. Las imágenes proyectadas no concuerdan con la realidad.
Es la misma realidad la que nos grita, que nos remece, que explota en nuestra alma. El mensaje es claro: las “verdades” de hoy son consignas, son eslóganes, son propaganda de guerra, cuyas raíces se aferran a la propaganda de los vencedores militares de la segunda guerra mundial, pero que se hunden profundamente en la intolerancia monoteísta judeocristiana.
La herejía se llama Nacionalsocialismo. Es una visión del mundo que, ante todo, se basa en la realidad, en la observación de la realidad.
La realidad nos grita que no hay ecología sustentable cuando el dinero es el elemento decisivo en las decisiones que afectan la naturaleza; que no hay economía sustentable cuando la especulación se ha transformado en su razón de ser; que no hay conocimiento real cuando el pensamiento general decide obviar las profundas verdades de la biología, de la psicología y de la física.
Ese amor a la realidad se llama Nacionalsocialismo. Y por eso el Nacionalsocialismo ha sido declarado herejía, porque choca frontalmente contra esa otra visión judeocristiana del mundo, su opuesta. Y como herejes que somos, ya no bastan razones ni sinrazones para que se nos escuche, ni menos para que se nos comprenda. Para el común de las personas, por pura pereza mental, no interesa saber la valoración que el Nacionalsocialismo hizo de la genética y de la etnología, no interesa saber la justa visión que el Nacionalsocialismo hizo de la economía, no interesa saber que el Nacionalsocialismo no subordina la Naturaleza al “hombre”, sino que tiene una visión de milenios y, por consiguiente, plantea soluciones definitivas a los problemas que hoy se postergan indefinidamente, hasta que ya la situación se torne insostenible.
Y como nacionalsocialistas que somos, se nos ha negado el pan y el agua. Pero, ¿qué más podríamos hacer sino defender esta grandiosa idea?
Si existe un futuro, está basado en el presente, en este presente que padecemos hoy. Si existe un futuro es nuestro deber de nacionalsocialistas mantener la antorcha encendida, para que pase de mano en mano hasta que existan hombres y épocas más propicias.
Hoffmann
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home