La realidad, desde nuestra alma 14
III.4 El Neopaganismo:
Dentro de la tarea de revitalizar los mitos ancestrales, de darles ropajes nuevos, se corre el riesgo de inventar en forma arbitraria neopaganismos en que se introduzcan ideas o conceptos “modernos”. El concepto de moderno que tiene la mayor parte de la gente se refiere a la libertad, la democracia, la igualdad de los seres humanos, los derechos humanos, etc. Tomar los antiguos mitos y revestirlos con esos ropajes sólo puede dar como resultado un mamarracho ridículo que no tiene ni pies ni cabezas.
¿Cómo introducir la igualdad entre los hombres en un culto como el de los Dioses nórdicos cuya visión es por definición aristocrática y jerárquica? Por supuesto que hoy se ven grupos heathen que se ponen a hacer alabanzas (muy a la semítica y no lo digo por menos precio, sino que por contraste), a Wothan, mientras hablan de practicar la igualdad entre los hombres, y no se dan cuenta que según la tradición Wothan es un Dios altamente discriminatorio, para el que sólo los guerreros que Él y sólo Él considera dignos van a Walhalla, no hay nada de democrático ni igualitario en ello.
La revitalización de la que hablo no tiene nada que ver con las mentiras modernas sino que está orientado a reencontrar a los viejos Dioses en donde se ubican ahora: en la mente de los hombres. Un amigo me ha dicho: “he visto a los Dioses, están en mi mente”. Es verdad, ya no es factible encontrarlos de buenas a primera en los bosques o en los ríos o en las montañas; no al menos hasta que los hayamos encontrado en nuestro propio ser. La montaña puede ser vista de muchas maneras y sólo para algunos es realmente (y no porque algún libro o algún Gothi lo dijo), el lugar de refugio de los Dioses. Pero para ello es necesario todo un trabajo de limpieza del hombre moderno, de búsqueda veraz y, la más de las veces brutal, de las raíces de su propio ser.
Ésa es la búsqueda que debe ocupar todo nuestro tiempo, ésa es la lucha que queda para nosotros, los nuevos viejos luchadores. Ya no podemos marchar por las calles con nuestras banderas en alto, porque no existen los ojos capaces de ver lo que mostramos ni los oídos necesarios para entender nuestros cantos. Hoy el mundo está repleto de “muertos que entierran a sus muertos”. Dejémoslos que lo hagan y que sigan cantando y bailando al son del ritmo de moda, nosotros tenemos tarea pendiente con nuestros Dioses.
Para recrear o renovar los antiguos mitos necesitaremos años, tal vez décadas. Recuerdo un comentario de Mircea Eliade en su libro “La India”. Los sacerdotes brahmanes no se inquietan por tener adeptos, si uno muestra interés por el conocimiento por ellos impartido, entonces lo invitan amablemente a quedarse unos doce o quince años, para comenzar a balbucear sabiduría. ¡Qué distinto de nuestra sociedad hecha de slogans como “adelgace en treinta días”, “Sánscrito, rápido y fácil”,etc!
Lo primero que debemos hacer entonces es estar dispuestos a recorrer un camino que llevará toda una vida o tal vez unas cuantas generaciones. Sólo entonces podremos realizar lo que tenemos en mente. La razón por la cual el Reich iba durar mil años no era porque se tenía una verdad que iba a quedar congelada durante todo ese tiempo. Eso habría sido una soberana lata y yo mismo habría ayudado a derrocar al partido. La razón de los mil años era colocar en un futuro inconmensurable el éxito de la labor que se comenzó en esa época: La creación de un hombre nuevo y de nuevas versiones de los antiguos mitos fundacionales de nuestra raza.
Mirad desde ese punto de vista: la derrota de 1945 no es más que un pequeño escollo en la Gran Tarea. Por ello tengo un nuevo mito para mi pueblo, para lo pueblos indo arios, un nuevo viejo mito. La vuelta del Rey, se vive hoy en cada uno de nosotros que, con nostalgia del pasado, pero también del futuro, empieza a construirse a sí mismo para dar cabida a los viejos Dioses.
Webelsburg no fue destruido, pero lo han desacralizado. Sin embargo aunque nos han desacralizado a nosotros también, convirtiéndonos en un número más en la masa democrática, mediocrática, no nos han destruido, aún no, y de ahí viene el terrible miedo que todos tienen de que el Nacionalsocialismo resurja. Pero ello es imposible, no resurgirá, no al menos en la forma que ellos lo conocen, ni nosotros podemos adivinar cómo lo hará; pero está claro que mientras circule un solo gen de la vieja estirpe, la posibilidad existe. Incluso se podría arriesgar el juicio de que aunque destruyan a toda la raza aria, ésta se reinventará a sí misma. Porque las leyes humanas están muy por debajo de las leyes divinas.
Porque la divinidad existe, ya no tengo dudas. Normalmente uno, en su rebeldía contra el cristianismo toma una de las dos opciones, o se vuelve adorador de antiguos dioses en forma ingenua, o se vuelve ateo. Ambas direcciones están equivocadas, la historia demuestra que el cristianismo europeo fue muy otra cosa que el cristianismo original, y ello fue porque lo pueblos arios tenían en su alma la idea de Dios. Esta idea fue corrompida, pero evidentemente siguió creando y por ello tenemos por ejemplo las obras de arte de un Bach o la presencia de las catedrales góticas. Por otro lado, tratar de adorar Dioses antiguos así de buenas a primera, equivale a tratar de aprender hitita antiguo en quince lecciones. Una o dos lecciones de odinismo ¡y a encender imciensos y a rogarle a los Dioses porque nos vaya bien en el trabajo!. Un tipo que se lee uno cuantos libros y empieza a autollamarse Gothi y a dirigir bailes y ceremonias inventados por él.
La fascinación del vulgo por historias como el Grial, se debe a que se intuye una verdad de trasfondo, una verdad que supera la leyenda crística. Sin embargo el sistema sabe judaizar la historia y la mayor parte de la gente va a dar a caminos equivocados. Haciendo un paralelo con esa leyenda, tendríamos que decir que los pedazos del Grial están por todas partes y hay que ser un Parsifal, un mago, un loco, un puro, un hombre que participa tanto de su lado consciente como inconsciente, para ver el orden en el caos, que es capaz de armar el puzzle de las distintas huellas de una tradición perdida. Es tradición sólo resonará en nosotros a través del trabajo interior, que no tiene nada que ver con irse a un ashram a meditar mirándose el ombligo durante una semana, o hacer libaciones y tratar de ser "salvaje" de fin de semana.
Este es el neopaganismo, la creencia de que los viejos Dioses viven nosotros, por razones de esencia, por razones biológicas. Porque pertenezco a una estirpe y esa raza fue creada por un Dios, no se trata de un mandato político ni financiero, no se trata de la igualdad de los hombres, no se trata de la justicia humana, todo eso es humano, “demasiado humano”. De lo que aquí se trata es de recuperar la esencia vital de nuestra xistencia y ella está escrita “más allá de las estrellas”.
Welsung
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