La realidad desde nuestra alma 16
IV.I La realidad contingente
Germania Despierta!!
Soy germano!!
Pareciera que esta afirmación está muy lejos de la verdad pues no poseo un apellido en apariencia germánico ni hablo alemán ni siquiera encajo en el ideal fenotípico prusiano. Pero más allá de lo aparente, se puede hallar en mí rasgos genéticos que hablan de mis antepasados germánicos. Los antecedentes de mi familia se pueden trazar hasta los orígenes de Gotia o la mal llamada Hispania, llena de sangre germánica que, después de un largo periplo logra despertar en el nadir de mi raza.
Si uno pudiera analizar el desarrollo de Occidente, tendría que llegar a la conclusión de que la historia reciente se basa en la lucha entre dos tendencias, el pangermanismo y el antigermanismo. El Pangermanismo, hecho carne por la historia de los Imperios Centrales de Europa, ha sido derrotado momentáneamente. Aparentemente ha ganado el antigermanismo enarbolado por los enemigos de Europa que hoy tratan de eliminar toda traza de orgullo germano. Hoy, que en todas partes del mundo se celebre el “día del orgullo gay”, del “orgullo negro”, etc. Lo único prohibido es el Orgullo Germano. Como si fuera un insulto a la vida declararse germano o descendiente de lo germano.
Sin embargo, si queremos analizar el mundo contingente que nos rodea, es absolutamente necesario tener en cuenta en la geopolítica global, el deseo de los pueblos antieuropeos de borrar todo lo germano y la lucha, la mayor de las veces inconsciente, de lo germano.
Desde la derrota sufrida en la Segunda Guerra Mundial, todo lo que parezca orgullo germano ha sido metido en las cárceles, tratado con odio y vilipendiado en todos los idiomas. Por supuesto que los alemanes mismos no cuentan ya en esta lucha pues ellos fueron educados con la bota del enemigo puesta en el cuello, los padres fueron obligados a negar antes sus hijos y nietos que ellos también sintieron el orgullo de ser alemanes, de que existió la esperanza de libertad para el pueblo más esclavizado y oprimido del mundo: el pueblo ario. No podemos contar hoy con los alemanes, tenemos que ser los descendientes lejanos, los que no vivimos la coerción directa de los enemigos pero tenemos la suficiente nostalgia del pasado como para agruparnos y reconstruir.
Los descendientes de germanos tenemos que aclarar nuestras mentes respecto de las fuerzas que mueven el mundo hoy y recuperar la consciencia de nuestro origen. Más allá de nacionalidades legales o políticas, somos germanos y al tomar conciencia damos el primer paso para recuperar el futuro que nos fue robado. Lo siguiente es darse cuenta de que somos una raza en extinción y por ello debemos vigilar con mano de hierro nuestra descendencia y evitar la pérdida irreparable de más genes arios. Sabemos que de seguir la tendencia actual, en que sólo el cinco por ciento de las mujeres del mundo son arias puras, despareceremos antes de cien años.
Por cierto que el mundo que nos rodea está cayéndose a pedazos, es una ilusión pensar que un mundo economizado a ultranza, donde la educación está degenerándose a pasos agigantados, donde los valores se han transformado en anti valores, dejando de lado totalmente las leyes naturales, donde los mismos movimientos naturales actúan bajo intereses políticos y dejan pasar degeneraciones como la homosexualidad como si fueran cosas propias de la naturaleza, podrán salvar al hombre de mañana y transformarlo en Hombre. desarrollado y poderoso, hermoso espejo de la divinidad que lo soño.
Por otro lado, no es posible pensar que dentro de los tiempos cercanos podremos transformar nuestra visión del mundo en leyes de algún estado, y sabemos que ésa es la única manera de hacerla triunfar.
La discusión fundamental hoy se centra en cuál es la mejor estrategia, primero para sobrevivir y segundo, para pasar a la ofensiva en un futuro mediato o lejano. Por supuesto que no lo sé a ciencia cierta y sin embargo es la pregunta fundamental.
Si quisiéramos aleccionarnos en la historia, nos enfrentamos con el problema de que jamás la represión fue tan global como lo es hoy, sin embargo es cierto que mientras más global el control, éste es menos eficiente en lo local. Por ello, creo (y sólo creo), que la solución pasa por la organización de los elementos racialmente afines en torno a células locales que puedan sobrevivir a lo que viene y que hay que dejar de lado, por el momento toda ilusión de una lucha, ya que no un triunfo, a nivel global.
Dentro de los próximos capítulos veremos las desgracias del mundo de hoy, del mundo que se ha olvidado de las leyes fundamentales y por ello se enfrenta con pavor al fracaso más absoluto.
welsung
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