Welsungsraum

"Hazte fuerte en los viejos sueños para que nuestro mundo no pierda la esperanza". Ezra Pound "Ich lehre euch den Übermenschen. Der Mensch ist Etwas, das überwunden werden soll. Was habt ihr getan, ihn zu überwinden?". Nietzsche

Nombre: Welsung

lunes, marzo 26, 2007

Libros

Gracias al aporte de varios camaradas podemos publicar varios títulos que están en el index del enemigo.





Nuestra novedad es :



Podéis comenzar a leerlo en este enlace:
http://welsung-leithefte.blogspot.com/2007/03/derrota-mundial.html

Además seguiremos pubilcando :

La Alemania de Hitler de Césare Santoro

http://wehrwolf-welsung.blogspot.com/2006/05/la-alemania-de-hitler.html

y Hitler mi amigo de Juventud de Gustav Kubizek

http://wehrwolf-welsung.blogspot.com/2006/05/hitler-mi-amigo-de-juventud.html

A todos los camaradas que tengan textos que crean que son importantes y que no se encuentren en la red en nuestro idioma, los invito a enviar sus contribuciones.

Heil Hitler !!

Sieg Heil !!

Welsung

sábado, marzo 17, 2007

La realidad desde nuestra alma 24


IV.9. El artesano, el obrero y el proletario.


Una de las mayores enfermedades que se vive hoy en nuestra sociedad es la proletarización de los seres humanos. Y no lo digo en el término marxista que enfrenta al proletario y al capitalista. Aquí uso proletario en oposición al artesano creador que insufla vida a cada una de sus obras o del obrero que se siente miembro de un organismo fundamental en la vida de su propio pueblo.

La industria ya no como generadora de recursos para sostener la vida, vida entendida como esfuerzo de superación de cada uno y no sólo vida orgánica inconsciente, se ha convertido en un devorador de seres humanos, sacrificados en aras de la necesidad de enriquecimiento de algunas oligarquías gobernantes.

La industria ya no produce para dignificar la vida, produce para enriquecer a sus dueños y, con ello, se produce la anómala producción de elementos innecesarios, los que luego deben ser vendidos a toda costa. Esta política ha producido la alienación de muchos recursos naturales en la producción de bienes basura. Por otro lado, se ha generado la locura consumista en la gente que, de mantener su sanidad mental, nunca debería comprar esos productos.

Pero además, empujada por la necesidad de generar más riqueza a toda costa, la industria castra la vida de millones de proletario que no entienden lo que producen ni para qué lo producen. Esos seres amarrados a sus puestos de trabajo, como vacas lecheras, producen elementos que no significan nada para ellos, elementos que no conmueven sus corazones y por ello terminan trabajando sólo porque deben obtener el dinero necesario no ya para vivir sino que para pagar las inmensas deudas en las que, al intento de vivir una vida digna, los obligó a meterse el sistema. Porque ¿quién no se ha endeudado en aras de una pequeña casa, de una vacación mínima para olvidar su sempiterna amargura que lo acompaña todo el año?

Qué distinta la visión del artesano, del agricultor o ganadero antiguos y de los cuales ya quedan demasiado pocos. Ese hombre que es capaz de crear desde un leño, un metal, la obra de arte más hermosa. Los albañiles que dejaban marcadas en cada piedra su firma de constructor, el criador de animales que conoce cada uno de los nombres de sus ovejas, vacas, cabras. El hombre en contacto con la creación, con la muerte, con la vida; que realiza el sacrificio del animal para mantener la vida y al mismo tiempo ayuda a la creación de nueva vida hecha realidad en las crías de sus animales. El hombre que produce desde sus entrañas y que lo hace en el respeto y el amor por la materia que transforma.

Se me podrá decir que soy nostálgico, que no es posible mantener el ritmo del mundo actual en términos de la artesanía medieval ni de bucólicos paisajes. Pero es que justamente hablo de no mantener la locura del mundo actual. ¿Cuánto de lo que nos esforzamos en producir a toda costa realmente necesitamos? ¿Qué es lo que deseamos hacer con nuestras vidas? ¿Qué debemos hacer con nuestras vidas?

Mucha de la tecnología de hoy no tiene sentido o no por lo menos en los volúmenes de producción actual. Nos avocamos a producir esa tecnología sin generar seres humanos capaces de darle un uso superior. El ejemplo más claro es el que podemos ver todos los días cuando escuchamos a través de equipos de sonido de última generación, con calidades de sonido inimaginadas, raeggetón, hip-hop,rap,etc. La música más imbécil sonando a través de la más alta tecnología. Cuántas orquestas sinfónicas podrían armarse con los capitales involucrados y que podrían recorrer los pueblos más pequeños, sublimando la vida de la gente en vez de matarle el alma y embotarle el cerebro con idioteces.

Por eso digo que la visión artesanal y bucólica es posible cuando revisamos lo que realmente necesitamos y queremos. Por otro lado aún podemos industrializar con un espíritu totalmente diferente, aplicar tecnología enfocada a la eficiencia y eficacia de los sistemas productivos, pero sin enajenar al trabajador, sin convertirlo en un remedo de máquina. Qué distinto el proletario, del obrero que sabe por lo que lucha y sabe que produce bienes y no sólo productos de venta fácil.

Una revisión profunda de este tipo es una verdadera revolución, un giro absoluto en los motivos de vida de la población del mundo. Por otro lado sería una solución seria de los problemas medio ambientales que ahogan a nuestro planeta, una solución que estaría basada en una relación sana entre la humanidad y la naturaleza.

Welsung

sábado, marzo 03, 2007

RACISMOS CONDENABLES Y RACISMOS ACEPTABLES


Tuve la suerte de estar durante una semana en Bahía, uno de los veintiséis Estados que forman Brasil. Esa región, y en particular la ciudad de São Salvador da Bahía de Todos os Santos (conocida simplemente como Salvador, o Salvador de Bahía), fue la primera zona de colonización portuguesa. Esa ciudad fue capital de la colonia durante unos 200 años y su economía se movilizó en función de los esclavos africanos que la economía de la época consideraba la opción óptima para maximizar los beneficios.

Los fueron a buscar a Angola, Nigeria, Benín, e incluso Sudán. Los trajeron, los vendieron, los explotaron. Se reprodujeron y hoy el 70% de la población de Bahía es negra. Si bien se trata de mulatos, en su mayoría predomina la sangre africana y no son raros los especimenes que parecen ser africanos puros, tal vez un 10% de lo que observé en un recorrido de la ciudad.

Bahía se enorgullece de tener raíz africana. Su cultura, expresada en música, danza, gastronomía, religiosidad, está a la vista, y los baianos no se cansan de repetirlo al extranjero, lo cual no tiene nada de malo. Un pueblo con alta autoestima podría lograr algún destino.

Pero lo que me llamó la atención en ese recorrido fueron las omnipresentes imágenes de negros. Carteles en toda la ciudad, de todos los tamaños, mostrando rostros de seres humanos de origen africano, algunos más negros, otros más desteñidos, hombres, mujeres, viejos, niños, policías, trabajadores, artistas. Se trataba de reproducciones de obras de un fotógrafo brasileño, Sérgio Guerra. Una obra que probablemente hubiera sido aplaudida por el Ministerio del Reich para la Propaganda y Esclarecimiento Popular, por su estilo, forma y contenido.

Porque lo que se veía en esas fotos de negros no sólo era orgullo de las raíces culturales africanas de los baianos, sino orgullo racial.

Y que conste que no se trata de una pequeña minoría que lucha por no ser absorbida culturalmente, ni mestizada por elementos exóticos, racialmente no afines, sino de una gran mayoría.

¿Sería concebible que un país, una provincia, una simple ciudad que tuviese un 70% de población aria, o mestiza con alta componente racial aria (o indoeuropea, como quiera que suene menos chocante), promocionara en todas las calles principales, o en inmensas imágenes instaladas en los más altos edificios de la ciudad, bellas fotografías artísticas con rostros de arios, algunos más puros, otros algo mezclados, hombres, mujeres, viejos, niños, policías, trabajadores, artistas?

No.

No, pues existe un solo racismo condenable, el racismo ario. Los racismos de otras razas son aceptables y promocionables en forma oficial.


Hoffmann